viernes, 15 de julio de 2011

Algo sin importancia



Como se escapa el tiempo en la aflicción buscamos hacerlo llevadero. Sin pretender lograrlo, que es sueño vano, atemperarlo, hacer creer que lo dominamos tal si fuera un astado que bravío corre por una calle sin que nadie lo detenga. Vuelto furia ciega tras de algún ingenuo que lo pretende burlar y muchas veces lo logra. Al cabo el animal se fijó otra meta, voltea a ver un trapo rojo en un balcón colgado. Pasa veloz, furia sin dueño similar a un relámpago que la tormenta hiciera dibujar en noche oscura. La piel tiembla, se erizan los vellos y el sudor frío recorre todo el cuerpo. Ante la muerte suele suceder lo mismo, se llega por dos vertientes tan dispares, aquella que nos sorprende y la otra que nos avisa. Muerte al cabo, pero tan indescifrable modo de comportarse. Sin los modales de una fina dama que anticipa su visita y educada ofrece multitud de alternativas. El beso seco de su presencia se acepta si al convocarnos hemos llorado y reído a plenitud. Si hubo el encuentro secreto y se mordió hasta saciarse el labio ansiado. Un atardecer regalarnos, a propósito,  la débil caída de la vida en la línea indefinida del horizonte, ofreciendo al momento la frase irrepetible, sin papel y lápiz donde dejarla plasmada. Ese el mejor poema, la mejor ocurrencia de la vida, inspirada en el amor que fue o aún lo es. La patria amada , la querida tierra que de pronto se volvió impensada propiedad del corazón, al demostrar que hemos por un segundo dejado de ser nómada, extranjero, simple turista por un año, para morder el polvo como un hijo cualquiera , agradecido.  


                                     foto    :euskalkultura.com

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