martes, 20 de septiembre de 2011

Cuando los vivos se quieren pasar de listos.



Cuando se lee que autorizaron en Cuba, un libro que trata de la obra del gran escritor Guillermo Cabrera Infante,  se subestima el problema de fondo.


 Algunos se dejan llevar por las trampas de esti(l)o , nada se mueve en la esfera oficial cubana que es, no solo castrista, si no castrante, sin la autorización de los grandes manipuladores en jefes, nadie debe creer que los editores estén maniobrando entre  fisuras de la tiranía.


No deseo elucubrar sobre podredumbres políticas y momias ideológicas. Sospecho grandemente que todo lo que hace el sistema tiene propósitos marcados. 


El acercamiento a G.C.I. merece un estudio profundo. La realidad es brutalmente franca, no hay en Cuba escritores de la talla de G. Caín, ni Lezama Lima, ni Piñero. Es obvio que no les importan a unos tiranos que siempre despreciaron la cultura. 


Pero estos escritores malditos e incluyo en este grupo al poeta Padilla, son la bandera de la intelectualidad cubana más preciada, entre los conocedores de literatura cubana contemporánea en el mundo.


Si se pretende un acercamiento a la fuente de ingresos en dólares hacia la isla y esto aunque les duela a los dictadores, proviene del exilio, entonces es un paso para congraciarse y aparentar una apertura falsa. 


Podemos estar ante el típico caso del lobo camaján queriéndose vestir de abuelita ingenua y perdonavidas a muy tardias fechas. Es necesario esperar aún un poco más y veremos desfilar por la Zorra y El Cuervo, el fantasma triunfal del miope ejemplar.

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