sábado, 8 de octubre de 2011

TODAS LAS MUJERES QUE ALGUNA VEZ HABITARON EN MI NOMBRE. Soledad Caballero. España.





Hubo una mujer, lo adivino
en el vacío del aire,
Tejiendo bordes azules
a la secreta memoria
tendida en alas de la vida.

Su mirada,
en cada sorbo,
envuelta en piel estremecida,
y yaciendo traspasada
en la llanura humedecida.

Sus pasos, enigma resumido
en la herida del instante.

Goces vanos,
en cruzadas de humildad,
un pecho sin aliento,
impalpables telarañas de colores
confundidas en el calmo rugir
de los cedros.

Se fragua una sonrisa de niña dormida
saltando en el vientre de su nombre,
liberando jaurías con dagas de ceniza
erizando barricadas en su sangre
al despertar a la vida,
en el borde del abismo.

Hubo una mujer, lo adivino,
cargada de sombras,
cayendo de su cuerpo,
desplegando raíces en su pecho
y una lágrima abierta al universo.

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