jueves, 5 de abril de 2012

Un día cotidiano.

En la calle se desviste la esencia 
en busca de algo que ofrezca sentido
y de pronto más allá de la propia frontera
se descubre en objetos que nos pueblan
fundido así al quedo embrujo
llegamos al lugar del mago 
que esconde bajo las tapas el ingreso del día
a costa de los tercos
más allá del ruido de un frenazo a tiempo
brutal y llamativo 
la joven pasa estimulando la vista
y todos apuestan a saber sobre su itinerario 
en la banqueta aburrida que transita


Pocos miran la mano que se extiende por alguna moneda
y el olor agrio del sudor de los pordioseros
piensan que su dinero no será para comprar Mezcal barato
la dulce droga de los pobres enterrados a la sombra de las cortinas


El vello axilar de la vendedora de frutas recuerda al hombre primitivo
me remito al respeto al derecho ajeno y sigo rumbo a la prestamista












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