La poesía es algo vivo, en constante tránsito hacia lo que se espera de ella. El cumplimiento de la parte para la que fue creada es barca que traza derroteros, cambia de puerto, conoce nuevas cartas y no se cansa de cortar los vidrios del azul reflejo. Y la mano del autor sangra o sonríe, sin dar por bueno lo que hace ,hasta tanto lo amen otros ojos y entiendan sus signos . Tendido sobre la espalda al resplandor del sol que nos da vida y mata, las causas del poeta magnifican su dilema, si es darse a todos o a la obra. En busca de caminos pasa la vida. Traza destino y la multiforme causa lo hace peregrino , al menos en el mejor sentido , sin salir de casa ya se viaja bastante, ahorrándose barullos de aeropuertos y tráficos aéreos. Siempre tan desesperantes y revisiones de rutina, que no entienden por qué se cuidan más unas hojas o una computadora, que una camisa y unos zapatos. Así es la poesía ,andar al acecho de sombras que dejamos en lugares que ya nadie nombra, a la espera que volvamos por ellas sin saber que nunca nos hemos ido , al menos de manera espiritual, y es ahí donde se construyen las metáforas inteligibles que se vuelven entendible para aquellos que cruzan en la noche las fronteras y arrastran toda la pena de la ausencia y dejan atrás los ojos y los pechos que en la noche lanzan sobre ellos, el infortunio de las horas en solitario.
Esto que algunos mortales discriminan por ser oficio de parecer no hacer nada, construye de esa nada , un motivo para sentarse a meditar sobre el cómo y el cuando, la existencia del Divino y muchas más cosas que llevamos dentro . Y cuando un poeta muere, sea de aquellos afortunados que todos conocen, aunque nunca lo han leído, o los totalmente desconocidos, veamos sobre la tumba la misma tierra y la misma hierba que a todos nos ha de tragar y se os abre agradecida a una nueva vida mucho más perdurable en todos los que un día lean algo suyo.
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