a prueba de golpes en rutina diaria
áspero sendero
perfilado para quedarse vivo
Y es tan amargo el bocado que aún agradecido
me mata lentamente
percibo me rodean conjeturas
de un vivir que no acepta
ruidos extraños
Viento de nopales que trae amargura
de solo darse en el desierto
enquistado en arenas
quema hasta la última brisa
con su verde mate
sangre viscosa
dolor de esos que atraviesa el tiempo
hasta ir a parar a zapatos de una vez al año
y pantalones zurcidos
En cara de niños tan parecidos a ese otro
que se arraiga dentro
La mañana hunde su afilada uña de mujer
en palabras que desconozco
La sombra no existe el tiempo marca mi frente
la pena indescifrable de su letanía
Amaré hasta saciarme de llevar a cuestas,
tan pesada letra al desandar paciente
la figura que a los ojos se aferra
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