Me vi de pronto en el marasmo de una vida ajenamente mía
roto en cada arista
con temor a herirme
Asoma en la esperanza
algo parecido a un destello
tal vez espíritu de paz en forma incomprensible
envuelto en la ocasión de ser frontera
entre sensitivas cosas del pasado
De sueño cubro horas del descanso
viejos fantasmas se aproximan
se codean cual si nada los que un día fueron
en tanto forman parte del olvido
Donde estoy huele a miel
marca líneas la esbelta dulce
bajo un cielo sin sol que me desborda
el olor a campo inunda la extensión de una cama que flota
al final de un surco interminable
El cielo es tan grande como el camino de regreso a casa
Cómo puedo recordar tal olor
cuando el mundo está por estallar
la última Monarca aún no deja el jardín que le propuse
veo la estela del ferrocarril de Tallapiedra
ennegrecer todo
Sentado en la estación donde no hay tren que arribe
escucho el silbido interminable de la alarma
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