En la rosa que inicia la vuelta al desnudo
se ahoga la esperanza sin ser vista
al medir lo profundo de cuanta idea brota
al llegar la noche se extraña su presencia
En la mesa que aguarda se conforma
un café y los dedos amortiguan la caída
a lo lejos el oído penetra los secretos ajenos
tibios nubarrones de ocio
empeñados en ser compartidos
tendrán que aprender a bordar soledades
mientras la rosa en pocos días
ya no será recordada
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