Si puedo cantar y sonreír
puedo masticar el mundo de la piel que me asesina
crear metáforas de polvo en rieles oxidados
entre dos pueblos que se olvidan
buscar la mano que se extiende
para indicar el trillo o la caricia
abandonado luego a esa suerte de inercia
que aquieta y espasma los sentidos
en la más negra oscuridad
Gritar la loca carrera del miedo
umbrío por la pena casi bruno *
enfermo de recuerdos
boquear encerrado en la mazmorra
en ruin enemistad de los principios
Hallado cómplice por sospecha de lunas que no existen
dibujadas en cuatro cartones alistados en el piso
donde un cuerpo se pudre por crear en libertad
boca grabada en las paredes
sin el carmín de 1958, luce hermosa al natural
La he besado para saciar deseos que corroen la espera
a sabiendas que afuera la tarde en su primavera ya no me pertenece
a veces compongo una sonata deslumbrante
hago pequeños arreglos a poemas que me nacen al caminar
compito con los pájaros a ver quién da mejor falsete
cierro los ojos imagino balancearme en una cuerda floja
abajo la gente maravillada cierra los ojos
las mujeres con sus pechos agitados temen un fatal desenlace
abro los brazos y desciendo despacio en un juego de asombro
perdido en mis sueños
sin hacer daño a nadie
loco, loco, desquiciado
* de Miguel Hernández, a quién amo como a mi padre.
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