Hoy que se cumplen 26 años de haber salido de Cuba, miro atrás y veo todo el peregrinar que tuve que vivir para poder lograrlo.
Recuerdo cuando sentado en la casa de Estrada Palma 464, donde vivían mi padres y mis hermanos, conversaba con ellos sobre lo difícil que se estaba tornando entrar a México, donde ponían toda clase de dificultades, sin tomar en cuenta que estaba casado y tenía una hija nacida aquí.
La dictadura perfecta era por ese entonces amiga de la dictadura imperfecta.
Quedamos en llamar a EEUU para pedir ayuda a mis tíos. Manuel y Ana, los dos hermanos de mi padre . Tenían su residencia desde los años cincuenta en ese territorio.
Hice los contactos y mi tío Manuel tuvo que haber consultado con mi tía y mi tío Gregorio y entre todos resolvieron la forma en que me ayudarían.
La ayuda llego a México en momentos que el presidente López Portillo había intervenido la banca y cualquier moneda que ingresaba del extranjero era convertida a la devaluada moneda local.
Para colmo una persona encargada de la limpieza en la casa de mi ex pareja, sustrajo el dinero al saber donde se guardaba.
Solo la acción inmediata de la familia logro reponerlo antes que fuera una perdida irremediable.
La visa que antes me había sido negada o detenida durante dos años fluyo hacia Cuba por el concepto de un regalo hecho por mis tíos paternos a un oscuro funcionario de inmigración mexicana, que cobro tres mil dólares por la “transacción”.
Una vez que llegue a México, me comunique en repetidas ocasiones con mis tíos, que aún durante un tiempo me siguieron ayudando. En 1986, residiendo yo en Las Vegas, en una conversación con mi tío Manuel, que acaba de fallecer, le dije de devolver el dinero que habían enviado a México para mi salida y su respuesta fue: Nunca nos ha pedido nada, tómalo como un regalo de tus tíos, y no te muevas de ahí, te buscaré un abogado para legalizar tu estancia.
Yo no consideraba importante legalizar mi estancia, en ese momento, yo quería visitarlos, conocerlos, pero su insistencia me detuvo.
Dios le dio una larga vida a mi tío Manuel, fue un hombre muy trabajador y un excelente cantante de ópera, que nunca fue reconocido por ello a pesar de la tesitura excelente de su voz.
Mis tíos Ana y Gregorio, viven rodeados de la familia y después de muchísimos años mi padre, volvió a reunirse con ellos en EEUU. Desde aquí le pido a Dios por todos ellos y su salud.
Mañana dedicaré otro apartado para hablar de momentos significativos en México.