Sin tiempo para soñar
la furia azul posa la vista en Ontario
deshace intermitentes líneas blancas
Tres Mosqueteros
música de Héctor Lavoe
vida de trashumante en función de un mal destino
jaquet de corredor zapatos de cuero
noche vuelta infierno
Sedan De Ville con el tanque lleno
y la conciencia vacía
Ella lo sabe
más la buena vida dicta
Ocho cilindros rugen por el desierto
atrás la ciudad del juego
cuatro cabezas zigzaguean el asfalto
Los besos se olvidan
cuando la desgracia pone distancia definitiva
Cada inercia deja gritos en tierra
donde el río desnuda un foso interminable
ir cayendo sostenerse de un cuerpo que se aleja
de unos labios desdibujados
invisible mordida de metal contra la orilla
perdida el alma en la mirada ida
descubierto en un recodo lo que espera
franja de luz que avisa
desangrada visión ante la escena
de mil playas que chocan con la costa
y a lo lejos por primera vez
los ojos se abren a otros ojos
infinitos mundos que se entregan
Lado a lado del camino tarde fuego que acaricia
Piensa en quejidos del Tritón pasillo oliendo a fresco
brisa que traspasa vidrios
el aire que relaja
Siempre aquel pedazo de tierra
en algún lado del mundo que sortea
la nave errante del pirata
esquiva tres metros de olas sobre el muro
malecón a prueba de distancias
entre boca reseca ojos que se nublan
Dos cuchillos dejan la carretera herida
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