me gusta ver amanecer las sombras
que descubres en tu escote
la tarde tarde de los acordes
el peso que asume la poesía
En la plaza llena de aves de paso
donde se cuentan las mil historias
de fantasías
los desplazados
sin la moneda para el café
Desde allí observo
tu cara triste
los dedos manchados de tinta rápida
y no se por qué
me volví recuerdo
canción a la media noche
sentado en el barrio viejo
viendo mecer las olas
las barcas con su lamento
Redes sin peces
manos cruzadas
y la mar frotando el madero erguido
el sonido de la cuerda entre los vaivenes
la brisa que me traía
viejos boleros del otro lado de la bahía
la negra mar con el destello
negro los peces y su dilema
negro el presente de aquellos años
negro tan negro y seguí adelante
Me gusta la gente que pone a las cosas
nombres musicales
el soplo de vida sobre la criatura
sin saber destinos
jamás leído en ninguna mano
por una gitana
Foto: Últimos tranvías de La Habana.
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