A la mamá de Ares Marrero, a todas.
Para matar al hambre de aquellos tiempos
un mazapán bastaba
y un poco de agua de no recuerdo
Viene a mi mente
manantial de afectos que tuvimos
la primera Semilla de fríjol
que salió de prisa y así mismo se fue
Largas tardes de pelota y pastel
de mentiras
Amarga esa mala memoria
que nunca entendió
a dónde van los amigos
por qué me quedo yo
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