Recorrerte en fuga hacía el ocaso
es desnudar altares imprevistos
atardece sombreado de tu halo
envuelto en ternuras celestiales
Se alza de la mano un resplandor
jamás imaginado ante tus ojos
y deja posar junto al deseo
el punto que se escurre de mi lado
sin poder esquivar el rayo ardiente
que cruza intempestivo los senderos
Tus labios que se abren sin pedir
los míos que se pierden entre ellos
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