En la recóndita caverna de los miedos
asoma su cara el ermitaño
no quiere descubrir lo que sucede
desea más bien pasar inadvertido
Se asombra de la fiesta de los necios
que arman a tropel mil aventuras
hacen castillos de insegura arena
sacada de quién sabe cuál desquiciado río
empapan de sabor sus bajos vicios
en umbral de ciudades moribundas
aplauden la muerte
antes que a un libro
Hago una pequeña pausa para romper ataduras
Afuera la vida es ilusoria
andan a la caza del que imprime disociable confesión
La patraña se desnuda anticipadamente
luego adquiere esos tonos delicados de las flores
que embadurnan letras inquisidoras
Al fin vencido salta hacia el cristal
que al reflejo no es más
y se estrella contra el mismo
en diametral búsqueda
compuesto de los miedos del poeta
termina por sentirse ajeno y miserable
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