Coyoacan es lugar de Coyotes, de hippies, de amores que se dan la mano y recorren sus calles empedradas. Es tarde de domingo sin rumbo fijo. Café compartido con escritores que hablan de España y de la Habana. Diciembre con su aroma de niña desenvuelta, muestra a los que ama, su intimo tatuaje. Te recorro con la mirada desde lejos , subo por Quevedo justo al lado de la fuente. Domina la escena un Parnaso que agoniza y la sombra del cuervo cuida los restos de Alejandro Magno.
He dejado atrás Gandhi en la frontera de San Angel. Tu por guía. La plaza es la vendimia de los snobs. La ciudad se divide en cafés y tatuajes y algún que otro mago que vive de tirar las cartas. El aroma de tu pelo extiende la visión de una Conchita solitaria.
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