Iván Portela no te olvides de Numancia de Marta Abreu.
La ciudad que intenta vivir sin ti , no merece ser nombrada. El aire trae recuerdo de horas mejores. Los cómplices de todas las discusiones de café, han hecho circular un panfleto pidiendo incinerar tus versos.
Solo aquellos rebeldes que se niegan a ser vendidos por el hambre. Los que gritabas a pleno pulmón en Montmartre ante la estatua del gato que se parecía a Flaubert, y que muchos confundimos con Dumas.
Ja! que tardes aquellas que embebidos (de vino), nos creíamos dueños de una fonda de mala muerte donde nos hacían comer quesadillas con cuchillo y tenedor, alto índice del grado de vulgaridad y descomposición que alcanzaba aquel entorno citadino.
Y tú, haciendo gala de anfitrión, nos llevaste amablemente ante el único mostrador que vende sueños en la bulliciosa barriada. Para obsequiarnos un autógrafo que nos costó, por cierto, cien pesos. Por eso te amo, por volverte agente de un poeta que desconoce tus artes mercantiles.
En la esquina los churros, escurriendo almíbar, piden a gritos otro chocolate.
Fue entonces que enrumbamos a nuestra choza, antes de ser devorados por la noche. Sin poder ver como te conviertes en murciélago.
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