José Marti introdujo Hojas de hierba, de Whitman – ciertos críticos comparan con Las flores del mal, de Baudelaire – al castellano. Desde 1887. Sabía encontrar Marti en los hombres la grandeza que no se anda pregonando.
Y hallo su grandeza cuando tal vez no la estaba buscando, abrumado por los pesares de la vida y de la patria.
Tanto se ha dicho de Marti que puede parecer redundancia mencionar algo más y sin embargo un día como hoy todo se presta a rememorarlo.
Los hombres que sobresalen abundan en el mundo y dan luz a los que buscamos luz y dan fe y esperanzas a quienes andamos con el desanimo a cuestas por lo duro del bregar cotidiano contra la maldad que impide a los hombres por su propia pequeñez alzarse, para lograr poder decir y actuar con entera libertad.
Con esa luz de fuego quemando el alma leo a Marti y su obra, nos dio a conocer al poeta norteamericano más audaz de todos los tiempos, al más libre en su métrica y en su fondo, supo aquilatar la magnitud del ser humano donde otros vieron defectos.
Cuanto quedó por decir el día que las balas lo alcanzaron al recodo de una vereda. De cara al sol se fue sin una queja.
Otro aniversario donde los pequeños mediocres irán por miedo a ponerle flores al que se debe amar de pie y luchando por honrarle en libertad.
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