jueves, 20 de mayo de 2010

De Escritores malditos, libertades, conciliábulos oportunistas y crisis existencial a la sombra del poder virreinal en la Cuba del siglo XXI

Viviendo en Cuba nunca supe que existían tres escritores cubanos malditos, al primero lo leí en el mismo año 1984, en que llegue a México. Reinaldo Arenas, irónico, irrevencial, buen poeta, es alguien que te alegra el día. El otro es uno de los escritores mas grandes del siglo XX en la literatura cubana, y de Latinoamérica, despampanante, burlón, irónico más que el primero y con una narrativa genial y cubana hasta la médula, Guillermo Cabrera Infante, el tercero es Heberto Padilla. Poeta, ensayista, polémico, (lo de polémico, no es ningún género literario) incluso el poeta no era polémico, la misma lo perseguía, por su salvaje instinto a ser un escritor honesto.
¡Vaya!, Todo un  tipo dispuesto a decir. Ganador del Premio Casa de las Américas, con un libro que le costo muy caro.
No se puede escribir de la literatura cubana sin mencionar a estos tres, aunque existan muchísimos más dentro de Cuba o en la diáspora.
De los sagrados que nunca abandono la patria esta Lezama Lima, el maestro de muchos, con su meticulosidad del lenguaje, su cubania refinada, su erotismo criticado e incomprendido, pero con un innegable manejo del lenguaje y una maestría que sentó plaza en la segunda mitad del siglo pasado.
De aquellos que quedaron en Cuba, Nogueras, Guillén, y algún que otro sobreviviente incluido Feliz Pita Rodríguez, Eliseo Diego, Fina García Marruz, y muchos más que se me olvidan quedan como un aparte en la historia literaria de la época revolucionaria.
Algunos otros no logran convencerme que los lea, será por el tufo de miedo que los envuelve. Necesitarían intentar ser ellos o desafanarse de una autocensura que los carcome.
El poeta sobre todos, debe gozar de la libertad del viento que llega a tocarlo, sin preguntar si esta dispuesto o no a decir.


Y la libertad no puede ser condicionada a ningún ser humano, so pena de limitarlo y en las limitaciones ni vive el ser, ni puede crecer un escritor o artista que presuma ser libre.
Se que van a decirme que en las prisiones el arte existe, y es cierto, pero por las mismas circunstancias es un arte contestatario, un arte de reflexión y lucha.
Respeto el trabajo de muchos escritores que viven sujetos a leyes que los convierten en poco menos que prisioneros, sin contar los sufrimientos, carencias y otras cuestiones del entorno.
Con que poder de abstracción viajan hacia el mundo de sus fantasías.

Pero que vacío de verdades se muestran sus textos al mirar hacia el lado opuesto del incendio.
Conozco los estados del miedo, viví en su seno desgarrante y humillante para los creadores de arte.
Solo los muy osados y los mercenarios o aquellos que se inventan un mundo de fantasías y viven de ellas y las expresan y acaban por creerlas, o los otros, los más canallas que adulan y adormecen y venden a otros creencias en sistemas que ellos coadyuvan a engendrar y luego sin recato extirpan de sus días, reniegan, callan y aborrecen en secreto.
Cada quien su mundo, su mundillo o submundo mefistofélico, el talento da para no meterse en honduras de hipocresías mayores.
He amado siempre a la gente sincera y acepto de buena gana a quien me diga ser feliz de corazón con lo que tiene, a sabiendas que puedo encontrar algún sincero que ponga su vida por sus ideales, cosa bastante rara entre la especie humana contemporánea.
El Virreinato actual adolece de la sensibilidad y aborrece al arte, no puede haber rastros de arte donde hay rastros de sangre. El arte como tal es el opuesto al sometimiento, al terror, al miedo para sacar la ventaja pesarosa con la que los dictadores someten al pueblo y ofrecen un circo de mediana pulcritud, mediocre, para calmar a sus poseídos y hacer la vida llevadera, mostrando abiertamente que la obediencia es la filosofía ofrecida. Cualquier otro tema no autorizado es traición, y la traición es el pretexto para aborrecer, liquidar y exterminar al que piensa o actúa diferente en las dictaduras totalitarias.
Como a muchos dictadores, como a las fieras, gustan de algún tipo de música selecta, y prefieren los retratos al arte abstracto. Por supuesto no soportan a los poetas y solo gustan de las biografías o de las autobiografías.
Leo , veo y asimilo una cultura virreinal en crisis , porque si un ser humano es sincero , si un ser humano es honesto y si un creador es observador no puede sustraerse al deterioro de los niveles de vida tan penosos como los actuales en el reinado del virrey cubano.

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