Sueñas
y a un tiempo amas
Por esta misma acera donde tu pelo emblanquecio de aromas y raices fueron en tu andar los grises adoquines, pisó Madero. La ciudad de trenes que el polvo conservó.
Amante fue en tu hora la mujer agraciada que puso a tu rumbo quietud . Cubiertos fueron tus ojos de su hermosura. Aún recuerdas sus largas trenzas de oro y cielo, su cintura de envidias, sus copas donde solo tú bebias.
En amores que envuelves gozas del frescor de los arboles y distraido fumas aún discretamente. Mientras te observo y me autorizas, pongo ante la historia tu Quijotesca figura de altanera-humilde estirpe, amigo inseparable del paisaje.
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