martes, 27 de abril de 2010

Don Crispín de San Luis.




Sueñas
y  a un  tiempo amas

Por esta misma acera donde tu pelo emblanquecio de aromas y raices fueron en tu andar los grises adoquines, pisó Madero.  La ciudad de trenes que el polvo conservó.

Amante fue en tu hora la mujer agraciada que puso  a tu rumbo quietud . Cubiertos fueron tus ojos de su hermosura. Aún recuerdas sus largas trenzas de oro y cielo, su cintura de envidias, sus copas donde solo tú bebias.

En amores que envuelves  gozas del frescor de los arboles y distraido fumas aún discretamente. Mientras te observo y me autorizas, pongo ante la historia tu Quijotesca figura de altanera-humilde estirpe, amigo inseparable del paisaje.




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