La piedra se ha callado
tras la furia del trueno
los ojos de la noche
como piel de murciélago
se pasean discretos
raspan los tacones
los viejos adoquines
reflejan las pocas luces
una atmosfera en penumbra
mientras apuro
discreto el paso.
se vuelve la ciudad
un retablo
de hermosas sensaciones.
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poemas del sábado
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